A su alrededor podía ver una gran sala dorada de estilo renacentista en la que un gran número de personas de las másvariopintas personalidades se hallaban en relajada conversación. Se miró las envejecidas manos, llenas de arrugas y manchas y pensó “¿qué diantres hago yo aquí? No encajo en este lugar” con un suspiro dejó la copa en la bandeja que uno de los camareros portaban y, cojiendo las faldas del vestido de época en tonos azules, empezó a buscar la salida de la fiesta. Fue en ese momento cuando comenzó a darse cuenta de la música. Una pequeña orquesta estaba tocando un vals. No sabía si siempre estuvo en el aire la melodía pero ella no la percibió claramente hasta que un joven vestido con un traje negro y una pajarita blanca como único contraste en su vestimenta le tendía una mano ofreciendole bailar. Sin saber exactamente porque, ella le agarro la mano con firmeza y depositó la otra sobre su hombro y, cogiéndola por la cintura, empezaron a bailar. La gente de alrededor había dejado un gran círculo vacío en donde se movían la extraña pareja. Ella le miraba a los ojos negros insondables. Como un profundo pozo en el que se iba sumiendo su mente. En su cabeza empezaron a aflorar los recuerdos de su marido, fallecido hacía poco más de un año. Con cada paso que daban su cabeza retrocedía en el tiempo, primero vio a sus hijos y nietos alrededor suya en la mesa, la melancolía de una cama vacía, el funeral de su marido. Entonces fue cuando empezaron a brotar los recuerdos felices. Recordó los días con su marido en que daban largos paseos por el parque hasta el estanque donde daban a los patos el pan que sobraba de los días anteriores. Recordó sus abrazos y recordó el nacimiento de sus nietos, que le hicieron sentirse mayor por primera vez, y el nacimiento de sus hijos. Le vino a la memoria ese precioso momento cuando la matrona le dio en brazos a su primer hijo y la felicidad que pudo observar en la cara de su esposo sin ninguna arruga todavía. Bailaba con los ojos cerrados dejándose guiar por él. Una lágrima cayó desde su párpado danzando al mismo ritmo del vals. Abrió los ojos y pudo observar al hombre sonriéndole con candidez. En sus ojos se reflejaba una joven muchacha con un vestido de época azul. Sorprendida de su propia visión fijó la mirada en sus manos, perfectamente lisas y uniformes, y volviendo la vista hacia el hombre con sorpresa se dejó embriagar nuevamente por el ritmo del vals. Otra vez más volvieron a aflorar los recuerdos. Su boda fue lo primero que avistó su mente, junto a su marido y sin saber que pronto tendrían un hijo, se hallaba ella vestida de novia. Recordó su primera noche de pasión y todas las citas con su novio. Poco a poco fue retrocediendo a los días de escuela en donde pasó su infancia y le conoció a él y recordó a su madre llevándola de la mano hacia el colegio. Su madre. Vio su blanca sonrisa mientras la subía a su regazo para enseñarle por primera vez a su hermano en la cuna cuando ella tan solo tenía un año y medio. Su mente se quedo en negro. Ese era el último recuerdo que cruzó su mente y, a la vez, el primero que pudo retener. Volvió en sí para ver al hombre con el que había estado bailando el cual ahora era mucho más alto que ella. Él se arrodilló hasta que su cara se encontró a la misma altura que la de la niña y rozando le la mejilla cariñosamente con el pulgar le dio el último beso en la frente mientras la envolvía con sus alas negras y el vals llegaba a su fin. Adrián Gil.
5 Comentarios
|
Círculo de AresEspacio de noticias del Círculo. Aquí encontrará información puntual y actualizada sobre nosotros, así como reflexiones de los miembros del Círculo. Historial Noticias
septiembre 2020
Categorías |