A su alrededor podía ver una gran sala dorada de estilo renacentista en la que un gran número de personas de las másvariopintas personalidades se hallaban en relajada conversación. Se miró las envejecidas manos, llenas de arrugas y manchas y pensó “¿qué diantres hago yo aquí? No encajo en este lugar” con un suspiro dejó la copa en la bandeja que uno de los camareros portaban y, cojiendo las faldas del vestido de época en tonos azules, empezó a buscar la salida de la fiesta. Fue en ese momento cuando comenzó a darse cuenta de la música. Una pequeña orquesta estaba tocando un vals. No sabía si siempre estuvo en el aire la melodía pero ella no la percibió claramente hasta que un joven vestido con un traje negro y una pajarita blanca como único contraste en su vestimenta le tendía una mano ofreciendole bailar. Sin saber exactamente porque, ella le agarro la mano con firmeza y depositó la otra sobre su hombro y, cogiéndola por la cintura, empezaron a bailar. La gente de alrededor había dejado un gran círculo vacío en donde se movían la extraña pareja. Ella le miraba a los ojos negros insondables. Como un profundo pozo en el que se iba sumiendo su mente. En su cabeza empezaron a aflorar los recuerdos de su marido, fallecido hacía poco más de un año. Con cada paso que daban su cabeza retrocedía en el tiempo, primero vio a sus hijos y nietos alrededor suya en la mesa, la melancolía de una cama vacía, el funeral de su marido. Entonces fue cuando empezaron a brotar los recuerdos felices. Recordó los días con su marido en que daban largos paseos por el parque hasta el estanque donde daban a los patos el pan que sobraba de los días anteriores. Recordó sus abrazos y recordó el nacimiento de sus nietos, que le hicieron sentirse mayor por primera vez, y el nacimiento de sus hijos. Le vino a la memoria ese precioso momento cuando la matrona le dio en brazos a su primer hijo y la felicidad que pudo observar en la cara de su esposo sin ninguna arruga todavía. Bailaba con los ojos cerrados dejándose guiar por él. Una lágrima cayó desde su párpado danzando al mismo ritmo del vals. Abrió los ojos y pudo observar al hombre sonriéndole con candidez. En sus ojos se reflejaba una joven muchacha con un vestido de época azul. Sorprendida de su propia visión fijó la mirada en sus manos, perfectamente lisas y uniformes, y volviendo la vista hacia el hombre con sorpresa se dejó embriagar nuevamente por el ritmo del vals. Otra vez más volvieron a aflorar los recuerdos. Su boda fue lo primero que avistó su mente, junto a su marido y sin saber que pronto tendrían un hijo, se hallaba ella vestida de novia. Recordó su primera noche de pasión y todas las citas con su novio. Poco a poco fue retrocediendo a los días de escuela en donde pasó su infancia y le conoció a él y recordó a su madre llevándola de la mano hacia el colegio. Su madre. Vio su blanca sonrisa mientras la subía a su regazo para enseñarle por primera vez a su hermano en la cuna cuando ella tan solo tenía un año y medio. Su mente se quedo en negro. Ese era el último recuerdo que cruzó su mente y, a la vez, el primero que pudo retener. Volvió en sí para ver al hombre con el que había estado bailando el cual ahora era mucho más alto que ella. Él se arrodilló hasta que su cara se encontró a la misma altura que la de la niña y rozando le la mejilla cariñosamente con el pulgar le dio el último beso en la frente mientras la envolvía con sus alas negras y el vals llegaba a su fin. Adrián Gil.
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El miércoles 28 de diciembre de 2016 a las 19:30, el Círculo de Ares presentará su último libro: SEIS DÍAS PARA LEER Y MIL NOCHES PARA SOÑAR. RELATOS CIRCULARES en la biblioteca del Concello de Ares (A Coruña). El acto estará dirigido por Dña. Chelo Gundín Rei, profesora de lengua gallega y literatura del IES Mugardos, y contará con la presencia de los miembros del Círculo de Ares. Os esperamos a todos. Sonaron las doce campanadas en el reloj del salón, y acompasadas con ellas un crujir de madera añeja y un extraño crepitar al otro lado del ventanal. Era la Noche de Difuntos, que con esos ruidos, anunciaba su inquietante llegada.
Madelaine se levantó del viejo sillón de terciopelo encarnado y caminó cinco pasos hasta la chimenea para calentarse las manos, una vez frente al fuego, le pareció como si las llamas danzasen frente a su cuerpo haciendo curiosas figuras que recordaban el rostro de su amado difunto, asesinado a manos de las bestias del páramo helado que rodeaba la mansión Crowfield. Se quedó mirando el fuego embelesada buscando encontrar en el la imagen de Damian, y entonces un ascua saltó de la lumbres prendiendo su vestido de terciopelo. Madelaine no se percató de ello, pues sus ropajes eran abundantes y la sala estaba en penumbras, y mientras el fuego carcomía los volantes negruzcos de su ropa, una voz se escuchó acompañada por un eco triste de soledad y desaliento que le heló la sangre. Era él sin duda, la voz de Damian, que desde el otro mundo le advertía del peligro. Los lobos hambrientos rodeaban la mansión atraídos por los despojos de carne que los cazadores habían esparcido por la nieve. Aquella noche, al igual que las vísperas del día de todos los Santos, Madelaine iba a salir a colocar dalias sobre la tumba de piedra de su amado, y cantarle bajo la luz de la luna su canción favorita. Los pasos de la mujer se encaminaron hacia la puerta de la mansión y el fuego prendido en su vestido se convirtió en humo grisáceo al arrastrar las enaguas por las heladas baldosas de Crowfield. Las crepitantes llamas con la cara de Damian quedaron prisioneras de las chascas y se consumieron por la escasez de la leña, entonces, como último aviso antes de abrir el viejo portón, una brisa helada y cortante penetró en la sala obligando a Madelaine a retroceder unos pasos. Hechizada por el embrujo de la luna llena, la mujer caminó hacia delante movida por un destino que se antojaba atroz para su vida, los pies se hundieron en la fina nieve y su cabeza se blanqueó de pronto convirtiendo su figura en un ánima espectral. Frente a la tumba de Damian, con una cítara entre sus manos y un leve hilillo de voz, Madelaine entonó su himno al amor depositando trece dalias negras sobre la lapida de Damian. Entonces y y como si el destino les aguardase el mismo final, un lobo hambriento saltó hacia Madelaine y la mordió en el cuello, la voz se le quebró al instante y un reguero de sangre cubrió la tumba de su amado de un color rojo escarlata. Al día siguiente los criados de la mansión encontraron varios pasos en la nieve que conducían al cementerio de Crowfield, eran huellas de pies descarnados que se hundían profundamente dejando rastros de marcas encarnadas en el hielo escarchado. A lo lejos la figura del difunto Damian sostenía a Madelaine herida de muerte y con las ropas desgarradas mientras una sombra les cubría, al llegar a la altura de la tumba ya no había rastro de ellos, los desafortunados amantes habían abandonado para siempre este mundo dejando sobre la lápida la cítara con la que Madelaine acompañaba su triste canción de amor. GEMMA ROMERO Siempre tuve una atracción especial hacia lo desconocido desde que era un crio, fuí un aplicado estudiante amante del misterio, los clanes secretos y la mitología. Me mudé hace 3 años a un piso cerca de mi instituto donde conocí a unos cuantos vecinos de mi edad que pronto serían grandes amigos, nos pasábamos las noches viendo terror y películas para adultos como medio de entretenimiento para aquellas frías noches de otoño y preparandonos para la llegada de Halloween. Aquél año iba a ser el último antes de ir a la universidad y por eso algunos compañeros de clase celebraban ese día con una fiesta de disfraces de todo tipo de temáticas, como era de esperar mis vecinos del edificio me invitaron a pasar la tarde viendo una maratón de películas de suspense, entre las que vimos una me produjo un gran interés, "El hábito no hace al monje" un monje que sufre el acoso de un ente femenino y que le hace pecar cada noche, este tipo de ente se llama succubus o súcubo. Al acabar con la sesión intensa de cine nos tomamos unas cervezas y hablamos y reimos hasta la medianoche, me despedí de ellos y con sumo cuidado baje las escaleras hasta llegar a mi casa. Estaba solo, mis padres se habían ido de viaje de negocios y no llegarían hasta la mañanasiguiente. Tambaleandome por el cansancio me duché con agua fría y me deje caer en el colchón, me pasé varios minutos recordando los mejores momentos de esa tarde de principio a fin incluyendo la película demoníaca que tanto me asombraba. Centré todos mis sentidos en recordar lo que hizo la mujer, pensando en como sería tener una experiencia carnal con un ser así. Imaginé su pelo, su voz, su bello rostro y su dulce cuerpo, aquél majestuoso cuerpo que me volvía loco. Con ese modelo me quedé acostado y relajado cayendo con mucho gusto en brazos de morfeo, exhalando un último aliento antes de caer dormido. Ese estado sin embargo no duró mucho, tranquilo apareció entre mis sueños una silueta blanca y negra, esbelta y con una melodía en su voz incitadora y pasional. Posó sus manos en mi pecho y me lanzó una misteriosa mirada antes de esfumarse entre mis dedos que ahora tocaban un denso humo. Tuve que abrir los ojos para comprobar el lugar donde estaba, me había movido de posición ya que ahora miraba hacia la puerta de enfrente a mi habitación. Me levanté y me fuí a la nevera, apenas había agua, pero con lo poco me fue suficiente. Regresé al lecho y me tumbé mirando al techo. Aquellos días había hecho un calor infernal y esa noche no era excepción, comprendí que si quería dormir tranquilo debía desacerme del pijama y dormir solo con la protección de las sabanas. Nada. Despejado miré el reloj, eran las 3:26 ya había pasado bastante tiempo desde que me dormí, fue imposible encontrar la calma, desesperado me levanté de nuevo ha revisar que nada hiciera ruido. Nevera cerrada, fregadero también cerrado, ningún aparato encendido, celular sin batería. Por último miré si cerré la puerta de entrada. Parecía, pero los cerrojos estaban abiertos y desbloqueados, intente hacer memoria, pero la cabeza me dolía y no podía recordar que pasó antes. Ya me disponía a volver cuando comenzó aquello... Esa sensación que me congeló el alma... Por la espalda algo frío se movió de arriba abajo, había una lúgubre sensación en el ambiente y mis sentidos de defensa estallaron apartandome de ese contacto tan oscuro. Solo camine. Resollaba y mis pulsaciones seguían el ritmo crítico del trote animal, el cuello rígido y los oídos escuchando su caminar y respiración profunda. En la habitación me metí rápidamente en la cama y con la mirada fija a la puerta me mantuve de vigía. Desgraciado de mí, yo mismo caí en su trampa. Las articulaciones no me respondían, los ojos se me cerraron y mi cuello se contracturó sin poder virar. Gritaba por dentro sin respuesta, el sudor frío se combinaba con los temblores y espasmos que sufría, solo podía esperar a que algo pasará paralizado y aterrado. En un momento un gran peso estaba encima mío, pesaba mucho, tanto como una persona o incluso más, noté un desagradable calambre y por último un chasquido. Un olor a azufre bañó la habitación, el calor aumentó y estraños fluidos muy calidos se juntaron con los mios fusionándose. Con esfuerzo pregunté al aire quien era... Silencio Más silencio Por fin obtuve respuesta. -Tu, amante de respuestas tienes la solución a aquello que cuestionas frente a ti. Me imploraste que llegará con tu deseo más profundo. Relájate amor... Dime que quieres y yo te lo concederé, puedo hacer tus sueños realidad, ser mala para ti y solo para ti... Abre los ojos... El reloj marcaba las 3:30, las pupilas se dirigieron a la presión encontrándose con aquella sonrisa, una lasciva y diabólica sonrisa de la mujer que tenía encima, pelirroja con la piel blanca y escamas en su espalda terminando en una cola con un triángulo al final y unos profundos y burdeos ojos. La imagen y el modelo concordaban a la perfección. Abrió su boca y de ella una lengua bífida salió recorriendo desde mi ombligo hasta mis labios, acercándose hacia mi rostro congelado, me besó y su lengua y la mia entraron en contacto, su saliva ardía en mi boca y mi cordura poco a poco desaparecía. Sus manos se entrelazaron con las mías y volvío a hablar. -Podemos estar juntos siempre si lo deseas, por favor acompáñame... Sus uñas se clavaron en mi pecho sangrando, se llevó sus dedos ahora escarlata y los lamió hasta limpiarlos sonriendo de nuevo. -Se mío para siempre... Dolía, me abrazaba con una fuerza inhumana, varias veces a punto de quebrarme los huesos, pero no podía moverme un milímetro ante su mordeduras y juegos perversos que hacía conmigo, juegos dolorosos y a la vez lujuriosos. Las lágrimas me recorrían la mejilla como un río que va al mar... A la muerte -Eres tan dulce cariño... No aguanté más y pude por fin incorporarme, empujarla y salir corriendo de ese lecho maldito. Corrí ahogado hasta el salón con el corazón en la garganta. Miré hacia atrás en la nada donde ella ya no estaba. Me desplomé en el suelo y vomité mientras mi cuerpo temblaba, su saliva salió de mi cuerpo con apariencia demacrada y arrastrándome como un perro alcance el centro del salón. De nuevo aquella presión en mi espalda me hizo desplomarme volviendola a ver esta vez mucho más enojada, sus ojos inyectados y sus dientes apretados daban verdadero terror, me zafé varias veces, pero sus uñas desgarraron mis piernas, grite de dolor, carne quemada y sangre salpicó las paredes. Esa sonrisa en su rostro, esa maldita sonrisa. Cogí el objeto más cercano y se lo hice estallar en su cabeza aturdiéndola. Gateé hasta el despacho y cerrandome por dentro comenzaron mis lágrimas a caer. Estoy escribiendo mis últimos momentos antes de que ella rompa el cerrojo. Golpes fuertes, un tornillo ha reventado, otro, el picaporte se sale del sitio y puedo ver su ojo en el hilo de la puerta. Lo siento, lo siento tanto. Porque estoy solo, nadie va a ayudarme. Nadie. Quiero mucho a mi familia, siento no ser tan fuerte. Se rompe la cerradura... -Siento ser tan ruda, amor...Prometo ser más dulce y gentil contigo. Extiende los brazos y me lleva a rastras hasta la habitación. Me despido desde este lugar donde todo comenzó, adiós familia, adiós amigos, adiós... -Comenzamos cariño, llenamé de felicidad, se mío para toda la eternidad. (Que Dios me perdone) Esta es el pedazo de papel encontrado junto a la víctima, el sujeto tiene los intestinos cercenados y las extremidades sacadas y rotas, el cuerpo presenta quemaduras de tercer grado en la cadera y en su miembro prácticamente calcinado, por último una sonrisa en su rostro, amplia, muy amplia. Restos de sustancias no corrientes en su cuerpo denominadas por los médicos como sobrenaturales. La iglesia no da crédito a tal caso en este distrito. Con el mandato de los superiores de la unidad se mantendrá este hecho en un absoluto secreto. Después de la muerte y el suicidio de sus amigos se procede a dejar este lugar clausurado de por vida y a su derrumbamiento a continuación. Fin del informe. Aún se puede ver en los restos del abandonado edificio, en las paredes y en los cristales aquella sonrisa. LA SONRISA DE UN SÚCUBO. Relato de JUAN LUIS MUÑOZ, miembro del CÍRCULO DE ARES. “Abrí los ojos y miré hacia el cielo. Todas las estrellas parecían sonreír con socarrona expresión porque yo, inocente, también les sonreía. Me incorporé lentamente y, entonces, vi 360 esféricos grados de agua salada mirando hacia mí con cristalinos ojos golosos.” Microrrelato de Alicia Longueira “Jonás era un tipo raro. No porque tuviese ocho patas, algo normal entre los de su calaña, sinó porque disfrutaba como un pulpo haciendo la croqueta, empapado en bronceador, al dejarse resbalar por las inmensas dunas del desierto.” Microrrelato de Alicia Longueira
Convirtiendo sus miedos en fantasías.
EL VUELO DEL RAYO. En pleno agosto, es un caluroso verano por raro que parezca en el pueblo de Ponto. La hierba está amarilla y los pájaros buscan sombra entre las ramas de los árboles. El sol brilla con tanta fuerza que es casi imposible abrir los ojos. Las cabras del vecino de Brudi están invadidas por las pulgas, pero mientras no haya un día lluvioso en Ponto, las pulgas seguirán invadiendo el lugar. Brudi tiene un carácter afable, es demasiado bondadosa y complaciente. Así pues, a pesar de tener las piernas llenas de picaduras de pulga y de tener que soportar la visita de éstas en su habitación, no llama a la puerta del vecino para quejarse. Quiere llevarse bien con los vecinos porque además cuando tiene que hacer un viaje, son esos vecinos los que quedan al cuidado de su inseparable amigo Rayo. Por eso debe estar muy agradecida con ellos. Rayo es un precioso perro de rizos negros con manchas blancas y cara triste. Es muy dócil y cariñoso, y le encanta comer y que lo acaricien continuamente. Aunque es el mes de agosto y todavía queda verano, el tiempo pasa demasiado deprisa y Brudi debe empezar a organizar su partida. En el mes de septiembre, el día 3 en concreto, debe hacer un viaje más o menos largo. Tiene que coger dos aviones y recorrer alrededor de 2500 kilómetros para poder llegar a un lugar llamado Brez. Allí le espera Lora, un hada que es capaz de curar algunas enfermedades de la manera más simple nunca vista. Sus ojos son poderosos, tienen magia. Son grandes y azules como si del cielo se tratase. Para curar a Brudi su enfermedad, solamente debe mirarla fijamente durante cinco minutos con sus grandes ojos y así sus migrañas desaparecerán para siempre. Brudi sufre mucho con sus migrañas, es un dolor espantoso de cabeza. Tiene que meterse en cama, sin luz ni ruidos hasta que el demonio decide irse de su cabeza y así el dolor cesa. A simple vista la misión de Brudi parece simple. Coger dos aviones que la lleven al lugar de Brez y allí reunirse con Lora y en muy pocos minutos su enfermedad desaparecerá. Pero como todas las cosas de la vida de Brudi, no es una tarea tan sencilla. Todo se le complica, y en esta ocasión el viaje a Brez también. La única forma de llegar a ese lugar es en avión y ella tiene pánico a subir en uno y sentir como despega del suelo y se eleva rápidamente hacia el infinito azul. Piensa en los 2500 kilómetros que tiene que recorrer subida a esa máquina y se angustia mucho. Tanto que se le corta la respiración, y se le nubla la vista al recordarlo. Pero de esta vez no puede fallar. Ese viaje tiene que hacerlo por encima de todo. Cueste lo que cueste. Así que, alguna solución tiene que haber para superar ese obstáculo que le impide llegar al hada Lora para sanar. Es 16 de agosto, una noche espléndida de verano, con una temperatura agradable. Se puede pasear sin chaqueta por Ponto. A Brudi le encanta salir con Rayo después de cenar y caminar sin rumbo fijo. Mientras Rayo olisquea todo lo que encuentra, Brudi observa las estrellas y dibuja con la mirada todo lo que se le ocurre. Como si el cielo fuese una libreta, sus ojos el lápiz y las estrellas las líneas trazadas con él. Ese día se siente muy distraída porque cada vez está más cerca la fecha de su partida en avión. Después de cenar, decide salir a pasear con Rayo como siempre. Pero está tan angustiada y temerosa con ese viaje que no es capaz de hacer dibujos con las estrellas como todos los días. Entonces decide mantener una conversación con Rayo. Decide contarle sus problemas, sus miedos y temores respecto a esa misión que debe realizar. Aunque sabe que Rayo es un perro, no le importa. Habla con él igualmente, porque en el fondo sabe que le escucha y aunque no le va a solucionar su problema, sí sabe que le va a ayudar a conciliar el sueño cuando regresen del paseo nocturno. Así pues, mientras Rayo olisquea, ella le va contando su temor, como si de una persona se tratase. El perro comienza a mirar para ella. Comprende perfectamente todo lo que le está contando. Se adelanta al paso de Brudi, va marcando la dirección para que ella le siga. Llegan al pequeño parque bautizado con el nombre de “Destino Real”. Se siente fatigada porque fue una caminata larga y con buen ritmo, por lo que toma asiento en un banco negro de forja. Se le clavan los hierros en los huesos, pero no le importa porque al menos puede descansar un rato. Rayo se sienta en el suelo mirándola de frente. La actitud del perro es un poco extraña. Mira fijamente para su dueña y después clava su mirada en un árbol que hay próximo. Y así está durante bastante tiempo, mirándola a ella y mirando al árbol. Entonces Brudi sospecha que Rayo intenta decirle algo. Se levanta del banco dolorida y se acerca al árbol. No sabe qué clase de árbol es, nunca vio uno igual. En sus ramas hay como unos frutos color oro y de pequeño tamaño. Tira de uno que tiene próximo y lo arranca de la rama. Entonces Rayo da un salto y se lo come de un bocado. Sucede algo increíble e inesperado. Tan pronto se come el fruto color oro, Rayo comienza a hablar como si fuese un ser humano. Brudi no comprende nada. No sabe lo que está pasando, y está atemorizada. Su perro la tranquiliza, le dice que sólo quiere ayudarle con su futuro viaje a Brez. Sólo necesita que arranque otro fruto del árbol para que él se lo pueda comer. Ella accede a hacerlo, porque confía mucho en su perro. En el momento en que se come su segundo fruto, comienza a transformarse. Sus negros rizos desaparecen y poco a poco va cogiendo aspecto de avión. Brudi asombrada observa su transformación. No se lo puede creer, su perro ahora ya no es un perro, sino un avión pero de reducido tamaño. Pero lo suficiente grande como para poder volar con ella dentro. Entonces comprende la intención que tiene Rayo. Pretende llevarla de viaje con él para perder ese miedo a volar, porque sabe que en él confía mucho y que jamás permitiría que le sucediera nada a su dueña. Así como si de algo tan normal se tratase, emprenden el vuelo y dejan bajo sus pies el parque “Destino Real”. Brudi está tan emocionada que no se acuerda ni de su temor a volar ni a los aviones. Sólo se centra en que lo que está sucediendo es maravilloso, que jamás lo va a olvidar. Cuando Rayo alcanza una altura adecuada, se va poniendo en posición horizontal y emprenden viaje. Es un vuelo tan maravilloso, tan emocionante y lo más importante, sin temor a nada. Disfruta al ver tantas luces centelleantes. Las farolas que alumbran, las luces de las casas, las luces de los coches y las maravillosas estrellas que brillan por todo su alrededor. Ahora en vez de hacer dibujos con las estrellas como cuando va caminando, lo hace con las luces que están bajo sus pies. Pero van a tanta velocidad que casi no es capaz de terminar un solo dibujo. El pánico que Brudi tenía anteriormente se esfumó con ese viaje tan trepidante. Ahora comprende lo maravilloso que es poder volar, poder disfrutar del paisaje desde lo más alto, poder llegar a cualquier lugar en un tiempo muy breve, poder sentirse como una heroína que lo domina todo desde el cielo. Todas estas cosas buenas hacen que Brudi olvide su miedo. Sabe que sentir todo eso es mucho más positivo que vivir con temor un viaje en avión. Ya es día 3 de septiembre. El gran día en el que Brudi debe partir en avión a Brez. Pero para ella ya no es un obstáculo. La misión que debe realizar para poder curarse es ahora para ella muy sencilla. Está tan agradecida con su perro Rayo que jamás lo olvidará. Siempre será su gran héroe porque gracias a él ha perdido el miedo al avión y encima va a poder curar su enfermedad. El vuelo a Brez es emocionante y divertido. Brudi está tan entusiasmada con el viaje que se le hace demasiado corto. Cuando se da cuenta llega a destino y lo mejor de todo es que su miedo a volar se esfumó para siempre. Una vez llega al pueblo de Brez, se reúne con el hada Lora. El hada, que ya está al corriente de su enfermedad, comienza a aplicar la magia con sus grandes y azules ojos. Brudi y Lora se miran fijamente durante unos cinco minutos. Tiempo durante el cual el hada , gracias a sus ojos y su magia, consigue curar la enfermedad de Brudi para siempre. Así consigue superar dos obstáculos en su vida que le impedían vivir feliz. Está tan agradecida a sus dos héroes que no sabe como recompensarles. Eso sí, sabe que jamás se olvidará de Rayo y Lora. Los llevará en su corazón para toda la vida. Sabe que vuelve a ser feliz gracias a ellos. Pero no solamente por ellos, sino también gracias a su actitud positiva ante las inexplicables cosas que Rayo y Lora hicieron por ella. Cristina Rey Costa Terminó el curso de escritura terapéutica en la biblioteca del Concello de Ares. Nuestros alumnos nos dejaron frases y párrafos para el recuerdo.
"Escribo para liberarme de esos malos pensamientos a los que nadie puedo confiarle" Sofía Carrión "Me gusta escribir porque me comunico mejor con los demás; porque sí, porque me gusta. Porque las palabras son bellas, emocionan, curan o sorprenden. Con una frase casi podrías resumir una filosofía de la vida, y que otros cambien con ella. Porque escribiendo cultivas tu imaginación, te ayuda a conocerte mejor y encontrar dentro sentimientos muy enraizados, muy míos." Araceli Margareto "Escribir para mi es desahogo, es silencio, es olvidar problemas, es evadirse del mundo que me rodea, es intentar comprender y que me comprendan." Cristina Rey "Escribo porque cada letra es una semilla, las palabras el fruto y las frases su frondoso árbol, escribo porque construyo y tejo los cables de mi destino, recorriendo las líneas de mi historia y siempre mirando de frente al sol de poniente. ¿Por qué escribo? Porque me siento vivo" Juan Luis Muñoz A continuación se publica el calendario definitivo de impartición de cursos de escritura durante el verano de 2016. Nos hemos visto obligados a suspender definitivamente los siguientes cursos por falta de alumnado suficiente para poderlos impartir con normalidad:
- Curso de escritura de cuentos infantiles que se iba a celebrar en el Concello de Ares. - Curso de escritura dramática que se iba a celebrar en el Concello de Ares. - Curso de escritura policíaca que se iba a celebrar en el Concello de Ares. - Curso de escritura autobiográfica que se iba a celebrar en el Concello de Ares. Todos estos cursos los pueden encontrar en la plataforma online de nuestra página web para poderlos realizar de manera cómoda a través de internet (pulse este enlace si quiere obtener más información). Por el contrario se mantienen los siguientes cursos en las fechas previstas: - Curso de escritura dramática en la Fundación Wenceslao Fernández Flórez (los jueves de julio) - Curso de escritura terapéutica en el Concello de Ares (los sábados de julio) - Curso de escritura de microrrelatos en el Concello de Ares (los sábados de agosto). Aprenda a escribir obras de teatro con el Círculo de Ares. En cada uno de los capítulos se realizarán ejercicios para mejorar la compresión de lo aprendido. El curso será impartido por la Directora del Círculo de Ares: Mª Gemma Romero Perea y la colaboración del resto de miembros del Círculo de Ares. Se impartirá en la sede de la Casa-Museo de la Fundación Wenceslao Fernández Flórez (Cecebre - A Coruña), durante 4 días (todos los jueves de julio), comenzando el jueves 7 de julio y finalizando el jueves 28 de julio en horario de 19:00 a 20:30 hs. El curso está destinado a adultos y adolescentes (con interés en la escritura) que estén interesados en aprender los elementos básicos de la escritura teatral. Las inscripciones al curso finalizan el jueves día 7 de julio. La formalización de la inscripción se realizará de forma presencial en la Casa-Museo de la Fundación WFF (en Cecebre) o bien por teléfono 981 676 052, o por email a: [email protected] A los asistentes al curso se les entregará un cuaderno de trabajo con diversas actividades que se comentarán, explicarán y realizarán en grupos. El curso se imparte de forma gratuita existiendo únicamente un coste de 15 € por alumno para sufragar los gastos del material que se entrega y registro del trabajo del Círculo de Ares en el Registro de la Propiedad Intelectual. Al finalizar el curso se entregará un diploma de aprovechamiento del mismo, firmado por los escritores del Círculo de Ares que lo han impartido. Los aspectos que se trabajarán en el curso son: 1. ¿Cómo escribir dramaturgia? 2. El tema. 3. Los actos. 4. La estética de la obra. 5. Personajes. 6. Las unidades teatrales. 7. Estilos teatrales. 8. Género teatral. 9. ¿A quién va dirigida la obra? 10. La estructura teatral. 11. Al abrirse el telón. 12. Los conflictos teatrales. |
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septiembre 2020
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